Álvaro Almoyna

La verdad es que yo no sabía que existía esta especialidad cuando estudiaba biología. Llegué a ella a raíz de una de mis profesoras que trabajó en una clínica de reproducción. Fue ella quien empezó a meterme la idea en la cabeza, hasta que finalmente decidí ir a una clínica para hacer mis prácticas y acabé enamorado de esta profesión.

La sensación de cumplir los sueños de muchas parejas no tiene precio. Luego me esforcé mucho para ser un buen embriólogo, yéndome a Alemania a trabajar para continuar mejorando y aprender el idioma.

Logra que nazca un niño nacido sano de una pareja que lleva años intentándolo y finalmente haciéndolo realidad con mi trabajo.

Es muy complicado, hay que hacerles ver a las parejas que nosotros siempre haremos todo lo posible para que consigan sus sueños, que su éxito es nuestro éxito y que vamos todos juntos de la mano en este proceso.

Todos los pacientes son iguales, siempre es muy gratificante ayudar a cualquier pareja.

Hago deporte, leo, voy al cine y al teatro. Estudio idiomas. Me gusta mucho hacer rutas de senderismo. Tengo una vida muy movida, no me gusta estar parado.