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Leonor Ortega

Subdirectora de Laboratorios

Embrióloga Senior en Clínica Tambre

  • Licenciada en ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia en 2006
  • Máster en Reproducción Humana por la Universidad Complutense de Madrid y La Sociedad Española de Fertilidad en 2008
  • Obtención del certificado Nacional en Embriología Humana por ASEBIR en 2015

“La embriología es un desafío, cada paciente es único y eso te obliga a no bajar nunca la guardia”

Conoce un poco más sobre mí

Nunca pensé en ser embrióloga. Siempre que cuento esto la gente se sorprende. La embriología llegó a mi vida por amor. Mi pareja era un enamorado de este mundo y consiguió un trabajo de embriólogo en Madrid y yo decidí irme a Madrid porque quería estar con él. Finalmente, unas cosas llevaron a otras y empecé en Clínica Tambre a trabajar como bióloga colaborando con el Departamento de Genética de la Universidad en marzo de 2008. Poco a poco este mundo me fue atrapando gracias a la oportunidad que me brindaron el Dr Caballero y la Dra. Rocío Núñez, me formé y crecí en este mundo, y aquí sigo, unos cuantos años después. 

Siempre digo que el trabajo de embrióloga no es un trabajo, es una forma de vida, es difícil no estar conectado 24/7 ya que eso es lo que hacemos, generar vida que es un continuo, la vida no para. Y lo gratificante es eso mismo, estar continuamente generando vida, ilusión y soluciones para los demás, o por lo menos, intentarlo y acompañar a los pacientes en el proceso.

Lo cierto es que esta profesión lleva la actualización integrada. Continuamente descubrimos nuevas soluciones que mejoran los procedimientos y los tratamientos y asistimos a congresos científicos varias veces al año. Estamos en continuo contacto con compañeros de profesión con los que compartimos experiencias, casos y dudas; y todo ello nos enriquece y nos hace avanzar muchísimo.

Además, pertenezco al grupo de interés de ASEBIR (Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción) de investigación traslacional e innovación. Somos un grupo de profesionales punteros en investigación a nivel nacional e internacional y nos reunimos varias veces al año. Hablamos precisamente de avances y de cómo poner en marcha estudios de investigación básica en la práctica clínica.

La embriología es un desafío continuo. Cada caso, cada paciente, cada embrión, cada ovocito… es único, ninguno es igual al anterior y eso te obliga a no bajar nunca la guardia. 

Pero sin duda, el mayor desafío es acompañar al paciente, saber ver sus necesidades emocionales y poder transmitirles tranquilidad durante el proceso. 

Pues sinceramente hay días que mejor que otros. Es muy complicado establecer una barrera y no implicarte. Los casos fáciles que se consiguen al primer intento son los que pasan desapercibidos, pero los pacientes con los que nos cuesta un poquito más alcanzar ese éxito quizá son con los que más vínculo estableces y los que te llevas a casa. Es inevitable no hacerlo. 

Siempre llevo un caso conmigo que me hace ver que todo es posible. Me ayuda a no rendirme, siempre que el paciente quiera continuar. Era una pareja con una muestra de semen realizada con una biopsia testicular muy complicada. Trabajamos dos personas microinyectando 16 ovocitos, era imposible encontrar espermatozoides móviles. Finalmente solo fecundó uno correctamente que evolucionó y llego a blastocisto en día 5 y se biopsió. El resultado del PGT-A (diagnóstico genético preimplantacional para aneuploidías) reveló un fallo de amplificación y tuvimos que desvitrificarlo y biopsiarlo de nuevo. El resultado fue “embrión mosaico” (embrión con una mezcla de células normales y alteradas). Ofrecimos un asesoramiento genético a los pacientes y ellos decidieron transferir. Ese embrión mosaico estaba lleno de esperanza y lucha. Y hoy en día es una niña preciosa.

Es muy difícil dar consejos en estas situaciones, pero sí que me gustaría transmitirles en los tiempos en los que estamos que confíen en el grupo de profesionales con los que deciden hacer el tratamiento, que se dejen guiar y que se entreguen sin reservas porque estamos para ayudarles ya que tenemos un objetivo común. 

Podría decir que no sé lo que son ratos libres porque soy tan inquieta que no dejo de hacer cosas.

Al margen del trabajo, intento hacer ejercicio, como mínimo, 4 días a la semana, porque es lo que más me ayuda a desconectar, porque mi cabeza siempre está activa y no deja de pensar. Me encanta hacer álbumes de fotos digitales y, sobre todo, pasar tiempo con familia y amigos, que es lo único realmente importante.

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