El aceite de oliva es la grasa fundamental de la dieta mediterránea. Tiene ácido oleico en un 80 %, monoinsaturado y linoleico poliinsaturado.
El aceite de oliva es único porque se extrae de un fruto carnoso y no de un grano o fruto seco como otros, lo que permite utilizar métodos mucho más suaves sin emplear disolventes químicos.
Las características diferentes de cada tipo de aceituna (picual, arbequina, manzanilla…) le confieren una diversidad de sabores y colores muy útiles para realizar todo tipo de recetas, y en especial en la cocina antienvejecimiento.
Los más apreciados suelen ser los vírgenes extra, que no están refinados y se consumen inmediatamente después de la cosecha. Es un auténtico zumo de aceituna con un color, una textura y un sabor únicos. La misma clorofila que le da color lo hace vulnerable a la luz, por lo que es importante conservarlo a oscuras y en un lugar fresco si no queremos que se desarrollen sabores fuertes y olores rancios.
Sus virtudes culinarias se ven complementadas por otras relacionadas con la salud, de donde destaca que hace aproximadamente seis años la FDA, Agencia Normeamericana Reguladora de Alimentos y Fármacos, extraordinariamente exigente, aceptó, que dos cucharadas de aceite de oliva, sustituyendo a las grasas saturadas, pueden prevenir enfermedades coronarias. Esto lo logra aumentando los niveles de colesterol bueno (HDL) y disminuyendo ‘el malo’ (LDL)
Dr. J.A. Fernández Tresguerres, endocrinólogo.