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Todos los estudios efectuados hasta la fecha concluyen que tanto el diagnóstico de los problemas de infertilidad, como su tratamiento suponen una fuente de ansiedad y estrés importante para las personas que los padecen. El estrés y los problemas de ansiedad asociados, tienen su origen en la mayoría de los casos en la sensación de pérdida de control sobre una faceta de la vida de las personas que se da por sobrentendida, la capacidad reproductiva, este fenómeno es común tanto cuando el problema tiene su origen en el hombre como en la mujer.
Los estudios parecen demostrar así mismo que las personas que mantienen una mejor calidad de vida emocional durante el tratamiento son aquellas que tienen un estilo de confrontación activa frente a sus problemas de fertilidad. O lo que es lo mismo emplean estrategias activas para enfrentarse a los inconvenientes y dificultades de las diferentes etapas del tratamiento médico incluidos los mencionados problemas de estrés.
Ansiedad una emoción necesaria.
Todos los días solemos experimentar, aunque sea de forma pasajera emociones que no nos gustan como: ansiedad, depresión e ira. “Son las tres caras de la disforia: sentimiento que experimenta el sujeto al encontrarse mal”. Estas tres emociones, cumplen en el ámbito psicológico, la misma función que el dolor a nivel físico, son un mensaje de que algo que nos daña o tiene potencial de producirnos daño esta ocurriendo:
• La ansiedad nos advierte que acecha el peligro. Incita a la planificación y replanificación, la búsqueda de vías de escape alternativas y el ensayo de acciones.
• La depresión marca la pérdida de algo muy querido. La depresión nos insta a renunciar, a “abandonar la carrera”, a desmoronarnos, llorar, y por fin a resignarnos a su ausencia.
• El enojo, muy pertinaz, nos advierte que algo malo está obrando contra nosotros. Nos ordena que nos liberemos del objeto, que le devolvamos el golpe. Desde este punto de vista, las emociones por muy desagradables que puedan parecernos cumplen un papel imprescindible en nuestra supervivencia como individuos y como especie. Refiriéndonos en este caso concreto a la Ansiedad, podemos decir “que si en algún momento una persona no fuese capaz de emitir respuestas de ansiedad, sería necesario inducírselas”.
Comprendiendo la ansiedad.
La respuesta de “lucha y huida”
La ansiedad, al igual que cualquier otra emoción, es un fenómeno psicológico que se expresa también en forma de síntomas físicos: taquicardia, sudoración, dificultades respiratorias, rubor, etc. Estas respuestas fisiológicas son, en realidad, reacciones inespecíficas de un organismo que ve amenazado su equilibrio interno ante determinados estímulos, tanto situacionales como cognitivos, y suponen un intento de adaptación a las nuevas circunstancias.
Ante una situación percibida por el sujeto como amenazante, el Sistema Neurovegetativo y el sistema Endocrino preparan al organismo para una respuesta de emergencia -de lucha o huida-, bombeando hormonas al torrente sanguíneo, elevando la frecuencia cardiaca y la presión arterial, acelerando la respiración, tensando los músculos y produciendo un rápido suministro de energía que le prepara para actuar. De esta manera, el organismo se prepara para una reacción de lucha o huida a través de una doble vía: una respuesta nerviosa de breve duración y otra endocrina mucho más prolongada.
Los efectos adaptativos de estos cambios fisiológicos son descritos en la tabla A.
En breve publicaremos una serie de consejos que pretenden ayudarles en este sentido, explicando como el uso cotidiano de una serie de técnicas y ejercicios que han demostrado su eficacia a la hora de reducir los problemas que el estrés y la ansiedad causan en las personas puede contribuir de manera positiva en la limitación de los problemas emocionales que pueden estar asociados con el tratamiento en sus diferentes fases.