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Como es bien sabido, el diagnóstico de infertilidad supone un punto crítico en la vida, tanto a nivel individual como en la pareja.
Aunque la infertilidad es un problema de salud universal, esta experiencia se vive de forma muy personal, hasta el punto de que la persona se siente “sola” (“¿por qué me pasa esto a mí”?) y siente que el resto del entorno no puede ni sabe entender por lo que está pasando.
Por este motivo, así como por un posible sentimiento de culpa subyacente, la infertilidad se vive como algo a ocultar, no sabemos cómo afrontar la noticia y que van a opinar los demás si se lo contamos. De ahí que muchas personas infértiles suelan mantener en secreto tanto el diagnóstico como el tratamiento. Sin embargo, el apoyo de nuestro entorno más allegado puede resultar esencial a la hora de mitigar las consecuencias del estrés.
El primer paso
El primer paso a dar es elegir a quién se lo decimos. En el caso de una pareja, ambos han de ponerse de acuerdo, en función de las circunstancias personales de cada uno, quienes van a ser esas personas: ¿Se lo contamos a tus padres, a los míos, a ambos, hermanos, amigos, en el trabajo? El objetivo es obtener ese apoyo emocional y/o práctico, pero evitando en el posible que la/s otra/s persona/s considere esto como una desgracia y, mucho más aún, que puedan juzgarnos y/o culpabilizarnos de alguna manera.
Por tanto, una vez que hayamos decidido a quién se lo vamos a contar, lo haremos de forma lo más clara posible, evitando dramatizar la situación y poniendo énfasis en que las soluciones ya están en marcha (o lo estarán próximamente). A continuación, expresaremos qué es lo que esperamos de ellos, y que no es otra cosa que una ayuda cuando queramos expresar nuestras emociones, charlar, distraernos, o ayudar a cuadrar la agenda de trabajo. Es una forma también de obtener otro punto de vista externo, puesto que la pareja forma parte subjetiva, y algunas veces nos bloqueamos ante posibles soluciones que, estando tan implicados, no somos capaces de ver.
Muchas personas expresan su miedo a que, si lo cuentan, su entorno esté continuamente preguntándoles y eso puede generar un estrés adicional ya que nos podemos llegar a sentir presionados. Acerca de esto, no hay que olvidar que somos nosotros, y no los demás, los que somos “dueños” de la información. Esto es importante transmitirlo: yo manejo la información, yo manejo mis emociones a la hora de querer expresarlas o no. Todos somos libres de revelar lo que nos ocurre hasta el punto que queramos y cuando lo necesitemos, puesto que en determinadas ocasiones el que nos estén continuamente preguntando nos puede generar malestar. Así que agradeceremos todo el apoyo que nos brinden pero, puesto que existe una relación basada en el cariño y la confianza, les expresaremos que no se molesten si no queremos que todas las conversaciones giren en torno a esto.
El apoyo externo es bueno
No tengamos miedo a abrirnos a los demás, no hay nada de lo que avergonzarse y el apoyo externo nos será de mucha ayuda. No hay un número de personas concreto a quién decirlo, pero los profesionales recomendamos que por lo menos haya una persona cercana a nosotros o a la pareja que lo sepa, para poder expresar todas nuestras emociones y lo que nos preocupa a alguien que nos puede aportar un punto de vista más objetivo y que nos sirva, como dice el dicho, “de otro hombro sobre el que apoyarnos”.
Además en Clínica Tambre contamos con una Unidad de apoyo Psicológico gratuito para que te sientas arropada en todo momento.