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Os presentamos una nueva colaboración entre la doctora Rocío Nuñez, embrióloga y subdirectora de la Clínica Tambre y Eva María Bernal, autora del Blog «Creando una familia». En esta ocasión nos hablan de la donación de óvulos tanto desde la perspectiva de los médicos como de la de los pacientes. Precisamente, para resolver dudas y compartir experiencias sobre donación de óvulos, ambas participan el próximo 2 de octubre en un Primer Encuentro con pacientes sobre Donación que se celebra en la Clínica Tambre. ¡Estáis todos invitados!
Eva María Bernal
La donación de óvulos es el último gran recurso que tenemos los pacientes de reproducción asistida para poder tener hijos de manera biológica aunque genéticamente no estén conectados con nosotras.
En general, no es fácil dar este paso. Los médicos también lo saben y buscan la manera de sugerírnoslo sin que nos neguemos a considerarlo.
No todas las mujeres están preparadas para renunciar a tener niños que se parezcan a ellas o quizás temen que algún día les lleguen a pedir una explicación para las que no tengan una “buena” respuesta.
Para unas simplemente no cabe en la cabeza y otras, aun con dolor, pueden dar el paso.
La donación de óvulos y su gestión con el niño que nace y nuestro entorno es un camino que estamos haciendo todas las mujeres que estamos atreviéndonos a decir, sí, yo quiero.
Tampoco hace tantos años que se hizo la primera donación de óvulos y aunque ya haya adultos nacidos gracias a esta técnica, realmente no es hasta los últimos 10 años cuando de verdad han empezado a nacer el grueso de estos niños.
Cuando estamos en este tratamiento creamos en nuestras cabezas varios supuestos:
- Dada la renuncia genética, esperamos un positivo a la primera. No puede ser que después de haber renunciado a mis óvulos, encima no me quede embarazada
- Dada la inversión económica, esperamos toda la información posible. Con lo que cuesta este tratamiento, quiero saberlo TODO.
- Dado que en caso de no funcionar solo queda la donación de embriones que es básicamente lo mismo, sentimos una presión increíble. Si no lo logro aun insistiendo, me quedo sin tener hijos biológicos.
Algo que he observado es que los procesos de reproducción asistida acaban sacando de nosotras el lado más controlador que tenemos; para cuando llegamos aquí ni el mejor policía especialista en interrogatorios nos supera a la hora de hablar con nuestro médico.
Recordemos siempre que él o ella están a nuestro favor, que lo que más puede desear una clínica es que todas sus pacientes se quedan embarazadas cuanto antes, por lo que aún siendo firmes en nuestros deseos de saber y controlar todo el proceso, hay que ceder la dirección en sus manos científicas.
Para eso, sólo hay una manera: estar en un sitio en el que sintamos confianza.
Rocío Núñez
Hoy hemos tenido la punción de una donante que iba asignada a una paciente que conozco. Podría decir que tengo mucho interés en ella, pero mentiría, porque para mi, aunque no las conozca en persona, todas las receptoras son iguales, y quiero que todas vayan bien y consigan el embarazo.
Dentro de las técnicas de reproducción asistida, es la que mejores resultados obtiene. Y es lo lógico, puesto que las donantes, o bien tienen hijos propios, o bien han conseguido ya gestación en la Clínica.
Pero los mejores resultados no significan 100 % de embarazos.
Y cuando, después de un ciclo perfecto, con buena fecundación, buenos embriones, suficientes para además poder congelar, no hay gestación, no encontramos un porqué, y entendemos el sufrimiento de la paciente.
La mayoría piensa que va a conseguirlo a la primera, y nunca entienden que no siempre es así. Sobre todo, porque entendemos lo difícil que es llegar a tomar esa decisión.
El ginecólogo les explica que puede ser la única opción, y que a pesar de que el niño no sea genéticamente suyo, la mujer tiene que vivir nueve meses en los que lo alimenta y lo siente crecer en su vientre, para después dar a luz. ¿Qué puede haber más grande que dar la vida a un nuevo ser? ¿Qué importa una sola célula?
Por otra parte, muchas mujeres sufren con los parecidos del futuro niño. A pesar de asegurarles que la donante siempre es muy similar a la receptora, dudan.
Y yo me pregunto, ¿cuántas veces los niños se parecen a sus padres biológicos?. Claro que, esta duda se les disipa cuando ven los bebés, todos tan guapos, que parece un milagro.
Al contrario de los casos en los que todo va perfecto y estamos casi seguros de que habrá un embarazo, tenemos los casos, con los que aún no hemos encontrado respuesta en el laboratorio, en los que, a pesar de tener un número bajo de ovocitos fecundados, o no son de tan buena calidad los embriones, se consigue la gestación y finalmente el bebé deseado.
No sé porqué.
Es un misterio para nosotros, pero todos estamos de acuerdo en que la calidad de los embriones en la donación de ovocitos no sigue los mismos criterios que cuando son ovocitos propios, ya que hay muchos más embarazos con embriones que calificaríamos como regulares o malos en otros casos.
Ayer hablé con otra paciente que lleva varios ciclos cancelados: venía de otro centro, tras haberse realizado varios ciclos de FIV con ovocitos propios, pero con una baja reserva ovárica, y el último de ellos sin conseguir ninguno.
Es joven, solo tiene 37 años, y su única opción es la donación, que ha aceptado de buen grado porque ansía ser madre sobre todas las cosas. Es amable y resignada: lleva cada cancelación con una paciencia infinita. Intentamos que su endometrio aguante unos días, hasta que esté su donante preparada, pero sin éxito.
Y ayer, de nuevo, volvió a sangrar y hubo que cancelar el ciclo, cuando la donante tendría la punción dentro de un par de días. Y aunque siempre está con una sonrisa, y entiende lo que ocurre, y aunque yo no me preocupo en exceso, porque siempre está la opción de los ovocitos vitrificados, siento como cada mes es un desengaño, una desilusión que la lleva a la desesperanza. Pienso en ella, y quisiera decirle que no desespere, que lo conseguiremos, pero debe de ser duro seguir mes tras mes intentándolo.
En cualquier caso, siempre intentamos asegurar el éxito lo más posible: asignando un número de ovocitos adecuado (cuando pensamos que no hay suficientes no se donan, y perdemos a esa donante), o realizando un cultivo largo si ha habido ya ciclos fallidos… No hay una regla fija. Cada paciente es única y tenemos que aplicar criterios individuales para cada una de ellas.
Y con cada paciente sentimos la angustia de la espera. A veces pienso que cada mujer sufre sus catorce días de betaespera, pero yo sufro una continua betaespera con cada una de ellas…
Este post también está publicado en el Blog «Creando una familia».