Una de las preguntas más frecuentes que las pacientes nos suelen realizar en el laboratorio de fiv es si conocemos el sexo del embrión o embriones que acabamos de transferir, y en todas las ocasiones nuestra única respuesta es: “NO”. No, si no realizamos una biopsia de una de las células del embrión y comprobamos su carga genética mediante un Diagnóstico Genético Preimplantacional, no revelando ni si quiera en este caso el sexo del embrión transferido. Actualmente, la selección del sexo de los embriones está prohibida en España exceptuando los casos de enfermedades ligadas al sexo y para las cuales no exista una metodología genética alternativa capaz de encontrar la mutación propiamente dicha sin distinción del sexo.
En internet se pueden encontrar multitud de fórmulas inexactas que calculan la probabilidad de tener un niño o una niña en función de la fecha de ovulación de la mujer y de la supervivencia de los espermatozoides Y. Otras lo hacen en función de calendarios lunares, chinos o mayas, posturas adoptadas o dietas que favorezcan un ambiente alcalino, etc.
Sin embargo, existen muchos trabajos científicos que reflejan cómo puede variar la paridad sexual (porcentaje de niños/niñas nacidos) en función de la técnica de reproducción asistida utilizada. Si bien hay trabajos que ponen de manifiesto que la utilización del ICSI en sí misma (Microinyección intracitoplasmática espermática) podría dar lugar al aumento de la proporción de varones, parece que no todos los autores están de acuerdo. En lo que parece que la mayoría de los estudios sí coinciden es en que la utilización del cultivo largo, dentro de las Técnicas de Reproducción Asistida, da lugar a un aumento de los niños nacidos frente a las niñas. Entre las distintas hipótesis que se barajan está la mayor velocidad de desarrollo de los embriones masculinos durante el cultivo embrionario, lo que en la mayor parte de los casos se traduce en la selección de estos embriones por parte del equipo de embriólogos para su transferencia. También se ha observado que existe una diferencia en el consumo de glucosa entre los embriones de distinto sexo durante el cultivo embrionario: es mayor el consumo en el caso de los embriones femeninos. Además, parece ser que los embriones femeninos son más sensibles a los efectos negativos del entorno que los masculinos.
A pesar de estos aumentos en la paridad realmente nos estamos refiriendo a desvíos de aproximadamente el 10 % a favor de uno de los sexos, y en ningún caso a una ciencia exacta. El éxito de un tratamiento de reproducción asistida en ningún caso se va a medir por el sexo del bebe, sino por conseguir un niño sano en casa.
Dra. Susana Cortés Gallego, responsable de Laboratorios de Clínica Tambre