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Fertilización in vitro

Fertilización in vitro

Fertilización in vitro  a diferencia de la inseminación artificial, es una técnica(FIV) de reproducción asistida en la que la concepción tiene lugar en el laboratorio, fuera del cuerpo de la madre, por lo que a los bebés nacidos con esta técnica se les llamó en los primeros años ‘bebés probeta’. En nacimiento en Inglaterra del primero de ellos, Louise Brown, en 1975, supuso una verdadera revolución en el campo de la reproducción asistida.

Hoy en día, son millones de embarazos conseguidos con esta técnica y son muchas, incluida la propia Louise Brown, las bebés probeta que han sido a su vez madres de forma natural, descartando definitivamente algunos temores infundados que se vertieron en los inicios de esta técnica.

Tras la estimulación de los ovarios para conseguir una ovulación múltiple, los ovocitos son aspirados de sus folículos mediante una punción guiada ecográficamente por vía transvaginal. Esta punción, que suele durar menos de media hora, puede realizarse incluso con anestesia local, aunque la mayoría de centros preferimos realizarla siempre con una sedación general y la paciente totalmente dormida para evitarle molestias innecesarias. Esta anestesia general no precisa de intubación porque no se realiza relajación muscular y la paciente, aunque totalmente dormida y sin molestia alguna, sigue respirando espontáneamente. Aunque existe un mínimo riesgo de alcanzar en la punción una arteria o el intestino, o de provocar una infección pélvica, el procedimiento se puede considerar absolutamente seguro porque estas complicaciones son extremadamente raras. Sí es frecuente que la paciente presente al día siguiente un pequeño sangrado procedente de la vagina o ligeras molestias en el bajo vientre, como ocurre también en ocasiones tras una ovulación espontánea.

Tras su obtención, los ovocitos son tratados en un medio de cultivo con nutrientes durante unas horas para completar su maduración. Mientras tanto se prepara la muestra de semen, eliminando el plasma seminal y los espermatozoides no válidos y facilitando al resto los cambios necesarios para que sean capaces de fecundar el ovocito, mediante un proceso de capacitación espermática. Completados ambos, se pone una muestra de unos cien mil espermatozoides en contacto con cada ovocito para que éste sea fecundado por uno de ellos.

¿Es lo mismo una fertilización in vitro que una ICSI?

No. Sin embargo la mayor parte del procedimiento es común para ambas técnicas y para las parejas no hay diferencias en el tratamiento. En ambos casos es necesaria una estimulación ovárica, la punción de los ovocitos, la preparación de estos ovocitos y del semen y, tras la concepción en el laboratorio, se realiza el cuidado y seguimiento de los ovocitos fecundados y son transferidos unos días después al interior del útero.

Pero existe una diferencia fundamental entre ambas técnicas. En el caso de la fecundación in vitro tradicional (FIV), se depositan en un mismo espacio físico un ovocito y una muestra de unos cien mil espermatozoides seleccionados y se deja que el azar o la propia naturaleza se encargue de decidir cuál de todos ellos será el único espermatozoide destinado a penetrar en el interior del ovocito y fecundarlo. En el caso de la microinyección intracitoplasmática (ICSI: IntraCytoplasmic Sperm Injection) es el embriólogo encargado de seleccionar en el microscopio el espermatozoide que mejores características morfológicas y de movilidad presenta y, con un microinyector atraviesa la superficie o zona pelúcida del ovocito y deposita en su interior (en su citoplasma) el espermatozoide seleccionado. El ICSI, se utiliza cuando han fallado previamente la fertilización in vitro, si la calidad espermática es muy diferente, en ausencia de espermatozoides (se les busca en el testículo mediante biopsia), problemas inmunológicos y mala calidad ovocitaria.

La gran ventaja de la ICSI frente a la fertilización in vitro es que permite solventar la imposibilidad de algunos espermatozoides de atravesar por sus medios la zona pelúcida del ovocito. Este es el problema que está detrás de muchos casos de esterilidad y que no puede ser diagnosticado previamente. La única forma de conocerlo es, cuando el número de ovocitos lo permite, utilizar la mitad con fertilización in vitro y la otra mitad con ICSI, para que en el caso de que haya un fallo de fecundación, no nos quedemos sin embriones para transferir.

¿Qué resultados ofrece la fertilización in vitro?

Los resultados obtenidos con la fecundación in vitro en los distintos centros de reproducción asistida, no solo de nuestro país sino de todo el mundo, son muy similares. Sin embargo las frías cifras estadísticas de lo que llamamos tasa de embarazo por ciclo pueden dar lugar a confusiones y son fáciles de manipular. El motivo es que hay muchas maneras posibles de realizar los cálculos: no todos los ciclos iniciados con inducción de la ovulación acaban con la transferencia de embriones pues o bien es necesario cancelar el ciclo antes de la punción, o tras esta no se obtienen embriones para transferir, y los resultados de la tasa serán muy distintos si los referimos al total de ciclos iniciados o solo a los ciclos completados con transferencia embrionaria.

Igualmente muchos de los embarazos bioquímicos se interrumpen espontáneamente en los primeros días sin llegar ni siquiera a poder ser vistos en la ecografía, así como algunos de los embarazos clínicos o ecográficos acaban también en un aborto precoz. Por ello, la tasa de embarazos a término, o nacidos vivos y sanos, por cada ciclo de tratamiento comenzado es siempre muy inferior a la tasa de embarazo bioquímico por cada ciclo completado.

De entre los múltiples factores que sí realmente afectan a la efectividad de la técnica, el más relevante es la edad materna que influye no solo en una menor tasa de fecundación y de implantación sino en un mayor número de ciclos cancelados por baja respuesta ovárica y de abortos precoces debidos a cromosomopatías.

Los resultados de la ICSI son superiores de los de la FIV en los casos de factor masculino severo, donde son muy escasos los espermatozoides disponibles, y en los que existe la dificultad para que el espermatozoide fecunde por si solo al ovocito, lo que se detecta tratando de un mismo ciclo a unos ovocitos con Fecundación in vitro y otros con ICSI. En el resto de los casos, en los que la tasa de fertilización es similar para la fertilización in vitro que para la ICSI, las tasas de embarazo a término por ciclo iniciado similares, no aportando ninguna ventaja el mayor coste económico que supone la ICSI.

Clínica Tambre cuenta con una experiencia de más de 40 años en tratamientos Fecundación in vitro y otras técnicas de reproducción humana asistida.