La inseminación artificial homóloga o conyugal (IAC) es la técnica de reproducción asistida más sencilla y consiste en la introducción mediante una cánula del semen de la pareja en el interior del útero en el momento adecuado previo a la ovulación. Actualmente no suele especificarse que se trata de una ‘inseminación intrauterina’ porque esta es la única que suele utilizarse.
La inseminación intravaginal o intracervical, utilizadas antiguamente, no suelen realizarse hoy día porque independientemente de la causa que indique la necesidad de una inseminación artificial, los resultados son siempre superiores si los espermatozoides capacitados se depositan directamente en el interior del útero, superando así la barrera cervical.
En el coito, todas las sustancias que aporta la eyaculación quedan en la vagina, separadas del interior del útero por el moco cervical que impide su entrada. Este moco debe ser superado de forma activa por los espermatozoides que, con el movimiento enérgico de sus colas, avanzan a su través hasta llegar al útero. Esta barrera cervical, incluso en las mejores condiciones, hace que solo un pequeño porcentaje alcance la cavidad uterina. El hecho de que la inseminación sea intrauterina obliga a realizar una capacitación espermática o lavado previo del semen, innecesario en las otras modalidades, que consiste en eliminar del eyaculado todas las sustancias perjudiciales para la movilidad de los espermatozoides o que podrían provocar movimientos peristálticos o de rechazo den caso de entrar directamente a la cavidad uterina.
El mejor momento para la inseminación es inmediatamente antes de la ovulación, que suele tener lugar entre 36 y 48 horas tras la administración de la hCG, por lo que, en caso de realizar una única inseminación por ciclo, esta tiene lugar exactamente a las 36 horas de dicha inyección. Sin embargo, el intervalo entre la administración de la hCG y la ovulación es muy variable de unas mujeres a otras.
Por este motivo, es habitual realizar dos inseminaciones consecutivas en cada ciclo, a las 18 y a las 42 horas desde la inyección de hCG. De esta forma, aunque aumentamos las molestias a la pareja, que tiene que desplazarse dos días, disminuimos el riesgo de discordancia entre la inseminación y la ovulación.