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La Betaespera es la determinación en sangre de los niveles de una hormona denominada Beta-hCG (Gonadotropina Coriónica Humana), es la hormona propia del embarazo encargada de mantener la funcionalidad del cuerpo lúteo, produciendo progesterona después de haberse logrado la concepción y durante los tres primeros meses de embarazo.
¿Cuándo realizar la ‘Beta’?
En los tratamientos de fecundación in vitro (FIV) con ovocitos propios la Bhcg se determina en sangre y debe realizarse a los 16 días después de la punción ovárica.
Cuando se trata de tratamientos de donación de ovocitos se tiene en cuenta el día de la punción de la donante; y al igual que en los tratamientos con ovocitos propios, la Bhcg se determina en sangre a los 16 días de esta.
En los tratamientos de embriones congelados, la fecha de la prueba depende del día en que estén los embriones en el momento de la congelación: si los embriones están en Día +2 se realizará la prueba 14 días después de la transferencia; si los embriones están en Día + 3 se realizará la prueba 13 días después, por último, si los embriones están en Día + 5 la prueba se debe realizar a los 11 días tras la transferencia.
En cuanto a las inseminaciones la prueba se realiza en orina, como las concentraciones de beta hCG en la orina son menores que en la sangre, las pruebas de embarazo de la farmacia se demoran un poco más hasta que dan positivas, de ahí que para obtener un resultado real en inseminaciones, el test deberá realizarse a los 17 días después de la segunda inseminación. Si se realiza la prueba antes de la fecha indicada se corre el riesgo de un resultado falsamente negativo debido a la precocidad del examen.
La Beta-espera, valoración psicológica
Se conoce como Beta-espera al periodo que transcurre desde que se realiza la inseminación o transferencia de embriones hasta que se hace la prueba de embarazo HCG en sangre, sin ninguna duda, la fase más estresante de todo el proceso.
La sensación de falta de control que tenemos sobre el tratamiento se hace más patentes cuando llegamos a este momento. Hasta ahora, hemos seguido todas las indicaciones del ginecólogo así como todas las pautas de la medicación, sintiéndonos de esta forma totalmente implicadas. Hemos cruzado los dedos para tener suficientes ovocitos y a su vez, embriones que puedan transferirnos. Pero una vez hecha la transferencia o inseminación, empieza una nueva etapa a medio camino entre la esperanza y el miedo generado por un posible fracaso. Nada de lo que podamos hacer a partir de ahora nos garantiza el tan deseado positivo y eso no es tan fácil de sobrellevar.
Los primeros días suelen ser los mejores, es imposible que podamos sentir aún ningún síntoma por lo que estamos más relajadas. Según transcurren los días, las dudas empiezan a surgir y es muy frecuente que empiece la autobservación: comportamientos tales como las frecuentes visitas al cuarto de baño, la comprobación de la sensibilidad en los pechos o la existencia de otros síntomas que pueden darse en embarazadas (cambios en el sueño o en el apetito, por ejemplo) ocupan buena parte del día. Los pensamientos negativos se presentan con más frecuencia que los positivos y nos escudamos en la falsa creencia de que los primeros nos protegen ante un posible negativo.
Esta situación estresante va acompañada de una reacción emocional, la ansiedad, que probablemente lleva con nosotras mucho tiempo pero ahora se ve agudizada.
Ahora más que nunca es importante continuar con nuestra vida diaria. El trabajo, el ejercicio suave, la vida social y/u otras actividades placenteras nos van a servir como estupendos distractores. Racionalizar acerca de los posibles síntomas, así como adoptar una perspectiva positiva y realista ayudarán a que la espera pase lo mejor posible.