Los quistes de ovarios pueden desaparecer solos, de hecho suelen hacerlo casi siempre. Pero es importante saber a qué nos referimos cuando hablamos de un ‘quiste’. Todos los meses el ovario fértil desarrolla un folículo dentro del cual se encuentra el óvulo. En el momento de la ovulación dicho folículo, que para entonces ha alcanzado unos dos centímetros de diámetro, se rompe y de su interior sale el óvulo hacia las trompas de Falopio. El folículo roto sufre entonces unos cambios, llamados luteinización, que lo transforman en el ‘cuerpo lúteo’ encargado de la producción de progesterona. En algunos casos, hasta un diez por ciento de los ciclos, el folículo no se rompe y continúa creciendo durante la luteinización. Es lo que llamamos síndrome LUF (del inglés Luteinisded un ruptured follicle). El resultado es un ‘quiste’, una bolsa de líquido de más de dos centímetros en el interior del ovario. A este tipo de quistes lo llamamos también “quiste funcional” o “folículo persistente”, y no están producidos por un crecimiento de tejido anómalo solo por un fallo en la ovulación. Estos quistes desaparecen siempre, como muy tarde en tres meses. El aspecto ecográfico del quiste producido por un LUF es muy característico y nos da mucha tranquilidad sobre su evolución. En otras ocasiones lo que se produce en un sangrado, durante la rotura del folículo en la ovulación, hacia el interior del mismo. Estos quistes hemorrágicos también desaparecen como los anteriores pero el aspecto ecográfico puede ser más confuso, pues puede ser más difícil distinguirlo de otras patologías como un endometrioma o incluso un cáncer de ovario.
En cualquier caso, la única manera de poder asegurar con total seguridad que se trata de un quiste funcional es confirmar ecográficamente si, efectivamente, al cabo de unos meses ese quiste ha desaparecido. A veces en ese periodo de tiempo se pauta un tratamiento con anticonceptivos hormonales. El objetivo del tratamiento no es hacer desaparecer el quiste, que lo hará igualmente sin ningún tratamiento. Lo que se intenta es inhibir la ovulación y, dado que los quistes funcionales son tan frecuentes, evitar que en esos tres meses el ovario cree un nuevo quiste funcional que nos confunda en la siguiente ecografía, ya que si el quiste desaparece pero antes de la ecografía de control se crea uno nuevo, no sabremos si son dos quistes funcionales distintos o es el anterior que no ha desaparecido y, por tanto, no se trata de un quiste funcional.
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