La menopausia y el envejecimiento pueden ser menos difíciles si se adoptan y cambian ciertos hábitos de vida. Te contamos cómo retrasarlo.
El proceso de respirar y de vivir, en resumen: el metabolismo, lleva aparejados fenómenos de oxidación gradual en los que se liberan radicales libres, que deterioran el organismo. En los individuos jóvenes existen toda una serie de sustancias antioxidantes, que incluyen algunas hormonas como los estrógenos, la de crecimiento y la melatonina, que impiden o al menos limitan el daño celular. Según vamos envejeciendo, esas sustancias y esas hormonas disminuyen y a la vez el proceso metabólico se hace más ineficiente con lo que aumenta la producción de radicales libres y por lo tanto la oxidación. A la vez esos mismos radicales libres desencadenan procesos de inflamación crónica. Todo ello va limitando la capacidad de regeneración de los tejidos con lo que se produce un deterioro cada vez mayor de las funciones del organismo pues no pueden repararse las lesiones que van apareciendo en los distintos tejidos. También se deteriora la piel y para ello tienen los médicos estéticos y los dermatólogos algunas soluciones con el uso de cremas especiales.
Todas las personas a partir de los 35-40 años comienzan de forma reconocible su proceso de envejecimiento que en realidad ha comenzado antes, con una velocidad que va aumentando según transcurre el tiempo y que puede acrecentarse si se utilizan formas de vida no saludables. Las funciones que más se deterioran son:
La composición corporal con aumento de grasa y disminución de desarrollo muscular. La función cardiovascular con disminución de la capacidad de ejercicio. El sistema respiratorio con aparición de fatiga e infecciones frecuentes. El Aparato gastrointestinal con problemas digestivos y el sistema endocrino con cambios que incluyen la disminución de varias hormonas. Aparece también una disminución de la actividad sexual. La piel adelgaza y aparecen alteraciones pigmentarias. Se modifica el estado de ánimo con apatía y disminución de la capacidad de aprendizaje. También disminuye la memoria y la capacidad de concentración.
El envejecimiento, cómo retrasarlo
Fumar, hacer vida sedentaria, comer mucha grasa y pocas frutas y verduras y tomar grandes cantidades de alcohol aceleran el proceso de deterioro vinculado al envejecimiento que decimos es especialmente evidente en la mujer a partir de la menopausia. Todo ello va limitando la capacidad de regeneración de los tejidos con lo que se produce un deterioro cada vez mayor de las funciones del organismo pues no pueden repararse las lesiones que van apareciendo.
En la mujer el envejecimiento se acentúa de manera muy evidente a partir de la menopausia, cuando las hormonas sexuales femeninas que han estado protegiendo el organismo de manera muy eficaz, desaparecen a la vez que disminuyen otras como la melatonina o la hormona de crecimiento. Por esa razón es muy importante abordar este periodo de la vida de la mujer desde todos los puntos de vista posibles, con una especial dedicación y el uso potencial de la medicación hormonal sustitutiva.
El proceso de deterioro de las personas no es necesariamente fiel reflejo de su edad cronológica. Es la denominada ‘edad biológica’ la que establece la relación real con las alteraciones en las distintas funciones que van apareciendo con el tiempo. Por eso es muy importante determinar dicha edad biológica, para de esta forma podamos actuar de una forma efectiva sobre el ‘motor’ del organismo. No debemos quedarnos bajo ningún concepto solo en el tratamiento de la ‘chapa y la pintura’, que supondría la piel.
No envejecen por igual todos los individuos (la carga genética es distinta), pero sin duda más importante que la carga genética es precisamente la forma de vida que llevamos. Una dieta saludable, ejercicio físico y en su caso tratamiento hormonal sustitutivo y / o antioxidantes son capaces de ejercer una influencia enorme sobre el funcionamiento de prácticamente todos los tejidos. Esta es la base de los tratamientos de medicina preventiva integral, que pretenden proporcionar un ‘excelente trato’ a nuestro cuerpo, consiguiendo con ello un enlentecimiento de la velocidad de envejecimiento y en algunos casos incluso la reversión de algunas de las alteraciones vinculadas al mismo.
En la unidad de medicina preventiva integral para la mujer (menopáusica) de la Clínica Tambre se le dedica gran atención a la situación de los elementos oxidantes e inflamatorios del organismo y de los elementos protectores (antioxidantes y antiinflamatorios), con un efecto especialmente evidente sobre el sistema cardiovascular y óseo. Se realiza por lo tanto un chequeo cardiovascular, respiratorio y de composición corporal con densitometría ósea. Se estudian naturalmente las hormonas más importantes donde destacan por supuesto las hormonas sexuales femeninas, y se hace el diagnóstico de la ‘edad biológica’. En función de la misma y de las posibles alteraciones observadas en el chequeo, se instaura un tratamiento basado en los elementos antes mencionados.
El tratamiento hormonal sustitutivo tiene toda una serie de efectos beneficiosos sobre el área genitourinaria, cardiovascular, ósea y sobre la piel además de mejorar el humor y por supuesto los sofocos. Bien realizada, los efectos secundarios presentan una muy baja incidencia que se puede minimizar todavía más mediante un sencillo estudio genético.
Esta terapéutica consigue enlentecer el proceso de deterioro unido al envejecimiento y también en algunos casos revertir al menos parcialmente, algunas de las alteraciones que puedan haber aparecido. De esta forma se puede incrementar la calidad de vida y retrasar la aparición de enfermedades vinculadas al envejecimiento.
En la unidad de medicina preventiva integral de la mujer de la Clínica Tambre, un equipo multidisciplinar de profesionales de gran nivel científico y clínico que incluye endocrinólogo, ginecólogos, radiólogos y expertos en mama, se ocupa de conseguir un funcionamiento óptimo del organismo de la mujer madura y de minimizar las alteraciones asociadas con el envejecimiento y la menopausia.
Dr. J.A. Fernández Tresguerres, endocrinólogo