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La ciencia en Tambre se escribe con nombre de mujer. Y cada 11 de febrero es la oportunidad de contar el orgullo de que cada vez más mujeres elijan un camino como científicas. El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos permite reconocer el papel de las mujeres en el ámbito científico y hablar a las nuevas generaciones. En Tambre somos referentes en medicina reproductiva avanzada con una esencia femenina, porque casi el 90% de nuestra plantilla está formada por mujeres, desde ginecólogas y embriólogas hasta enfermeras, todas dedicadas a la ciencia y al bienestar de nuestros pacientes.
Este año, queremos destacar las voces de cuatro profesionales excepcionales de nuestro equipo: Ángela Llaneza, ginecóloga experta en fertilidad y directora científica; Leonor Ortega, embrióloga; Sónia Poeiras, enfermera; y Susana Cortés, directora de laboratorios. A través de sus propias experiencias, descubrimos su camino en la ciencia, los desafíos que han superado y sus consejos para las niñas que sueñan con dedicarse a este apasionante mundo.
Ángela Llaneza: la vocación de la medicina reproductiva
Ángela Llaneza siempre supo que su futuro estaba en la medicina. Proveniente de una familia de médicos, nunca dudó en seguir el mismo camino. Estudió en Asturias y más tarde se trasladó a Madrid para especializarse en ginecología. Su pasión por la endocrinología la llevó a descubrir la reproducción asistida, un campo en el que la ciencia y la atención a las personas se combinan para ayudar a quienes desean formar una familia.
«Que creyera en su sueño de ser médico y que al final los objetivos se consiguen y que es una profesión mucho más gratificante de lo que parece», le diría hoy a la niña que una vez fue. Para Ángela, la medicina va más allá de los libros y su consejo para las niñas es: «que crean en ellas y que persigan su sueño. Que estudien, que jueguen y que no se centren solamente en la parte académica, sino también en desarrollar su parte creativa. La medicina, además de ciencia, es también trato humano».
Que estudien, que jueguen y que no se centren solamente en la parte académica, sino también en desarrollar su parte creativa. La medicina, además de ciencia, es también trato humano
Ángela destaca que cada vez hay más mujeres en la ciencia, pero aún falta que lleguen a puestos de dirección: «Cada vez hay más mujeres en las facultades de cualquier tipo, no solo en carreras científicas. Lo que falta es que lleguen mujeres a puestos directivos y de poder. Pero inevitablemente, llegará ese momento».
Leonor Ortega: el compromiso con la embriología
Leonor Ortega encontró su amor por la ciencia en el instituto, gracias a su profesora de Biología y Geología. Aquellas clases y experimentos despertaron su curiosidad y la impulsaron a estudiar Ciencias Biológicas. «De pequeña siempre tenía claras dos cosas: que quería ser madre y que quería ayudar a los demás. Y he logrado ambas cosas. Por un lado, a través de mi carrera de ciencias biológicas y especializarme en reproducción humana asistida he podido ayudar a muchas mamás y muchos papás a cumplir su sueño. Y por otro lado, yo misma he cumplido mi sueño de ser madre».
Para ella, la clave del éxito está en la perseverancia: «Lo importante es tener un objetivo, una meta, e ir a por ello. La vida me ha enseñado que el esfuerzo y el tesón representan el 80% del éxito. Y si es en la ciencia, ¿por qué no? Necesitamos investigadoras y científicas». Aunque reconoce que la presencia de mujeres en la ciencia ha aumentado, aún existen barreras: «Sabemos que hay más universitarias que universitarios, pero en carreras STEM (todas aquellas titulaciones relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas), solo una de cada cuatro matrículas pertenece a mujeres».
Lo importante es tener un objetivo, una meta, e ir a por ello. La vida me ha enseñado que el esfuerzo y el tesón representan el 80% del éxito. Y si es en la ciencia, ¿por qué no?
También subraya que la participación de las mujeres en la ciencia tiene un impacto positivo: «Está demostrado que la participación de las mujeres en la ciencia mejora la calidad de los estudios científicos». A pesar de los avances, menciona que solo un 3,75% de los premios Nobel en ciencia han sido otorgados a mujeres, lo que muestra que aún queda mucho trabajo por hacer.
Sónia Poeiras: la vocación de cuidar
Cuando era niña Sónia Poeiras soñaba con ser bailarina o profesora. Y fue en el colegio cuando empezó a considerar la enfermería como la profesión a la que dedicar su vida. Realmente, esta profesión siempre había estado presente en su vida, porque su padre era enfermero y había crecido sabiendo que más que una profesión, ser enfermera es una vocación. «Elegí enfermería y estoy muy contenta porque ha sido la decisión perfecta», afirma.
Para ella, ser enfermera no solo implica conocimientos técnicos, sino también empatía y dedicación. «Enfermería no es solo tener la técnica, sino también saber escuchar, estar presente y dar la mano», explica. Su vocación se reforzó durante la pandemia, cuando decidió trasladarse a España para ayudar en un momento crítico: «Soy enfermera y es en este momento cuando hago falta».
Enfermería no es solo tener la técnica, sino también saber escuchar, estar presente y dar la mano
Sónia tiene muy claro qué consejo dar a una niña que quiere dedicarse a la enfermería: «Que se informe bien, que entienda lo que significa esta profesión. No basta con estudiar, hay que tener vocación y empatía. La clave es combinar el conocimiento con el trato humano». Para ella, ser enfermera también es saber trabajar en equipo y estar siempre en constante aprendizaje.
Susana Cortés: la perseverancia en la ciencia
Desde pequeña, Susana Cortés quería ser veterinaria, pero su segunda opción fue la biología. «Me gustó la carrera y permanecí allí con la esperanza de poder continuar en investigación como científica, como imagino que la mayoría de los biólogos», explica.
Cuando se le pregunta qué le diría su niña interior a la mujer que es hoy, Susana responde con orgullo: «No puedo reprocharle nada. Ha estudiado y trabajado mucho y duro. Nunca ha pretendido ser famosa o reconocida a nivel mundial, solo ha querido hacer su trabajo mejor cada día para ayudar a más personas. Nunca me he guardado nada de lo que he aprendido, y he enseñado todo lo que he podido, tanto a nivel profesional como personal, a quienes me rodean, haciendo muy buenos amigos, casi familia, durante todos estos años».
Nunca me he guardado nada de lo que he aprendido, y he enseñado todo lo que he podido, tanto a nivel profesional como personal, a quienes me rodean
El mensaje para las niñas que sueñan con la ciencia parte de su experiencia: «Una vez, en un curso de motivación, me preguntaron qué nombre elegiría si no me llamara Susana. Respondí: ‘Lo siento, yo me llamo Susana y no quiero ni querré otro nombre’. Me gusta como soy, aunque a veces lo lamente. Así que mi consejo sería: quiérete, quiere a los que te rodean y trabaja duro».
Cada vez más científicas
Las cuatro coinciden en que la presencia de mujeres en la ciencia es cada vez mayor, pero aún queda trabajo por hacer. Ángela Llaneza señala que si bien hay más mujeres en carreras científicas, es necesario que lleguen a puestos de liderazgo. Leonor Ortega cuenta que todavía existen factores sociales y educativos que limitan el acceso de las mujeres a la ciencia. Y Susana Cortés lo dice con contundencia: «Creo que el futuro es de las MUJERES».
En Tambre, el compromiso con la ciencia y con la mujer es firme. Gracias a la Fundación Tambre, la investigación se abre paso. Cada día, nuestras doctoras, embriólogas, enfermeras e investigadoras demuestran que la ciencia tiene nombre de mujer. Inspirar a las futuras generaciones es parte de nuestra misión, porque creemos en un futuro donde las niñas que sueñan con un camino en la ciencia tengan todas las herramientas para lograrlo.