¿Elegimos o somos elegidas?
La preservación de la fertilidad femenina y la vitrificación de ovocitos son temas que últimamente están siendo muy comentados en los medios de comunicación.
Todo se inició con la noticia de que una gran empresa de comunicación on-line facilitaba a sus trabajadoras la posibilidad de preservar su fertilidad para un futuro mejor. Pero ¿mejor para quién? ¿Para las trabajadoras o para la empresa?
Trabajo en una Clínica de Fertilidad, y soy mujer. Estos dos motivos bastarían para defender a ultranza la vitrificación de ovocitos. Pero, precisamente por estos dos motivos, creo que hay que aclarar algunas cosas, sobre todo para que no lleven a engaño, o, siendo más benevolente, a malentendidos.
En primer lugar, y porque conozco el proceso, la vitrificación de ovocitos, técnica ya no tan novedosa, puesto que lleva aplicándose desde hace varios años, permite a las mujeres poder mantener sus gametos criopreservados para su utilización posterior, bien por una enfermedad o tratamiento potencialmente esterilizante, o, sencillamente porque sí. Porque la mujer tiene derecho a elegir el momento de ser madre. Y todo esto es genial.
Pero antes, hay que saber que se necesita un mínimo de 18 ovocitos vitrificados para tener posibilidades razonables de conseguir un embarazo. Y que el vitrificar ovocitos no garantiza con seguridad que con ellos se pueda conseguir la gestación una vez desvitrificados (o, lo que es lo mismo, descongelados). Cuando se vitrifican o congelan los ovocitos, y después se descongelan, no todos sobreviven. Lo hacen aproximadamente un 80 %. De los que sobreviven, no todos fecundan (habrá que tener en cuenta también qué semen se utilizará). La fecundación es de aproximadamente un 70 %. Y de los que fecundan, no todos llegan a dividirse como embriones (lo hará un 90 %). Y así sucesivamente… Por eso, en condiciones normales, se necesitaría más de un ciclo de Fecundación in vitro, para conseguir un número adecuado de ovocitos. Y por eso no me gusta hablar de preservación de la fertilidad. Porque creo que la mayoría entiende por ello que casi con seguridad, si se vitrifican los ovocitos, se puede ser madre cuando se quiera.
En segundo lugar, como mujer, me pregunto ¿no estarán las empresas encantadas con la idea de tener mujeres jóvenes trabajando con ellos, pero que no se queden embarazadas? Porque ese es uno de los miedos más extendidos entre la mayoría de los equipos directivos. Sería estupendo para ellos contar con mujeres profesionales sin el recelo de que puedan estar de baja durante un cierto período de tiempo.
Entonces, ¿cuándo se podrán utilizar estos ovocitos para conseguir una gestación?
Teóricamente, siempre que se quiera. Lo que marca realmente la posibilidad de gestación son los ovocitos, no la edad del útero (al menos en teoría). Sin embargo, ¿no sería mejor facilitar la vida a aquellas mujeres que quieran tener hijos cuando aún son jóvenes?
Por eso me pregunto qué mensaje subyace: ¿elegimos nosotras la maternidad o nos invitan a postergarla?
Dra. Rocío Núñez Calonge
Embrióloga y subdirectora de la Clínica Tambre