La progesterona es una hormona encargada, fundamentalmente, de la maduración del endometrio en el interior del útero para que permita acoger el óvulo fecundado. A partir del momento de la ovulación, en el lugar del ovario que ocupaba el óvulo se forma un pequeño órgano transitorio llamado cuerpo lúteo que produce progesterona.
Si el organismo detecta que se ha producido el embarazo, el cuerpo lúteo mantendrá la producción de progesterona durante el primer trimestre hasta que la placenta sea capaz de producir las hormonas necesarias para el mantenimiento del embarazo. Por el contrario, si pasados catorce días desde la ovulación, el cuerpo detecta que no se ha producido fecundación o implantación, el cuerpo lúteo cesa la producción de progesterona. Este cese de la producción de progesterona hace que el endometrio se descame y origine ese sangrado periódico que es la menstruación.
Por tanto, la determinación de los niveles sanguíneos de progesterona nos da información sobre dos aspectos relacionados pero distintos. Por un lado, que exista progresterona en sangre nos indica o confirma que ha existido ovulación y se ha originado en consecuencia el cuerpo lúteo en el ovario. Por otro nos permite valorar si los niveles de progesterona que produce el cuerpo lúteo, en caso de ovulación, son suficientes para producir la correcta maduración del endometrio. Otra forma de valorar con mayor fiabilidad ambas circunstancias es el estudio anatomopatológico de una muestra del endometrio obtenida mediante biopsia, pero este procedimiento es menos utilizado porque supone una mayor molestia para la mujer y sus resultados tampoco son definitivos.
Además, de lo anterior es fácil deducir que la determinación de progesterona, como la biopsia de endometrio, solo tienen utilidad cuando se supone que se ha producido ya la ovulación. Su realización durante la menstruación o la primera fase del ciclo no tienen ninguna utilidad pues siempre nos va a dar valores indicativos de que ‘todavía’ no se ha ovulado.