La restricción calórica ha sido la única intervención que hasta hoy en día ha demostrado aumentar la longevidad de varios tipos de roedores y aumentar la calidad de vida tanto de roedores como de monos Rhesus en el sentido de tener más actividad, menos alteraciones debidas a la edad, etc.
Los animales que reciben un 30 % menos de alimento se encuentran cuando llegan a la vejez en mucha mejor forma física, desarrollan más actividad y en general están mucho más jóvenes que los que se alimentan ad libitum, o sea, que comen todo lo que quieren. La disminución de la ingesta calórica estimula la aparición de unos genes protectores de las células que se llaman sirtuinas, que parecen ser los responsables más importantes de los efectos beneficiosos observados.
La restricción calórica es igualmente efectiva cuando se instaura a partir de la mitad de la vida. De hecho en la infancia y adolescencia una restricción calórica llevaría aparejada una disminución estatural importante e incluso disminución de la capacidad de defensa, por lo que no es conveniente llevarla a cabo.
Aunque estos hechos, ya eran conocidos desde los años 40 del pasado siglo, no han sido llevados a la práctica diaria de forma generalizada por razones obvias. El placer de la mesa es uno de los pocos que pueden disfrutarse hasta edades muy avanzadas y es difícil prescindir de él de manera voluntaria.
Por ello, en los últimos años se han llevado a cabo múltiples investigaciones tendentes a aclarar este hecho y a profundizar más en los mecanismos que lo motivan.
Recientemente se llevaron a cabo varios estudios que pretendían comprobar si los efectos beneficiosos de la disminución de alimento se debían a la restricción calórica solamente o si existían otros componentes. Tras los correspondientes experimentos se llegó a la conclusión de que aunque no se redujese el total de calorías, si se disminuía la cantidad de proteínas de la dieta se podían alcanzar los mismos resultados.
Sin embargo, ni la reducción de hidratos de carbono ni la de grasas era capaz de mostrar un efecto parecido. Esto quiere decir que podemos disminuir los efectos del envejecimiento sin necesidad de limitar la cantidad total de comida.
Lo que sí tenemos que hacer es disminuir la cantidad de proteínas en la dieta. Debe haber una preferencia general por pescados, legumbres y verduras, ya que los tres tienen un contenidos mucho más bajo en estas que la carne, con lo cual se hace más fácil conseguir una alimentación abundante y rica con un contenido en proteínas bajo y especialmente con la disminución del aminoácido metiomina, que es uno de los responsables de los procesos de envejecimiento.
Por otro lado, la administración de resveratrol, componente antioxidante de los hollejos de las uvas, es capaz también de estimular a las sirtuinas, que son probablemente los principales genes responsables de los efectos beneficiosos de la restricción calórica. De esta forma aconsejamos no solamente disminuir las proteínas de la dieta, sino también facilitar la ingesta de estos compuestos a base de frutas como las uvas, o de vino tinto en cantidades moderadas.
Dr. J.A. Fernández Tresguerres, endocrinólogo