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¿Qué es importante saber sobre el Diagnóstico Genético Preimplantacional?
El DGP es un conjunto de métodos que lleva presente desde la década de los 90. Joyce Harper, profesora del Instituto de Salud de la Mujer en el University College London, ha estado trabajando en dicho campo desde sus inicios y por ello nos ayuda a entender en esta ocasión qué es y sobre todo qué pueden esperar las pacientes de FIV sobre ello.
El procedimiento más común dentro del DGP hace un par de años era el Pre-implantation Genetic Screening o PGS (Cribado Genético Preimplantacional). El PGS ayudaba a pacientes que tenían riesgo de transmitir una enfermedad hereditaria específica a su hijo. Sin embargo, a lo largo de los años, la técnica se ha desarrollado hacia algo más complejo gracias a lo cual se pueden categorizar las enfermedades genéticas y anomalías cromosómicas según su tipo.
Innovación científica: del DGP al PGT-A
Lo que hoy nos atañe es el Test Genético Preimplantacional de Aneuploidías (Pre-implantation Genetic Testing for Aneuplodities o PGT-A). Las aneuploidías son modificaciones en el número de cromosomas ordinario del embrión. Al descubrirlas se propicia la identificación de los embriones viables para realizar un tratamiento de fecundación in vitro.
De acuerdo con Harper, según la mujer va avanzando en edad, las posibilidades de quedarse embarazada merman y aumentan las probabilidades de aborto y de anomalía cromosómica. El hecho de someterse al PGT-A dentro del ciclo de fecundación in vitro puede contribuir a dar con el foco de las dificultades del paciente. El PGT-A permite que los embriólogos descarten los embriones alterados cromosómicamente que darían lugar a fallos de implantación o abortos, reduciendo así en algunos casos el número de intentos. Científicamente hablando, se podría decir que este procedimiento favorece la implantación pero no hay estudios que confirmen un éxito 100% rotundo.
¿Qué opinan de ello los profesionales?
En la comunidad científica, cuando se quiere estudiar la efectividad de ciertas prácticas, se realiza lo llamado RCT -siglas en inglés pertenecientes a Randomized Controlled Trial-, es decir, un ensayo controlado y aleatorizado. Esto consiste en crear dos grupos de los cuales uno se somete al tratamiento en cuestión y el otro no, y se les hace un seguimiento. A partir de ahí, se interpretan los resultados.
Las dos investigaciones multicéntricas que destaca Harper son las siguientes; por un lado, La Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, una de las sociedades más prestigiosas del sector, llevó a cabo un estudio con mujeres de edades comprendidas entre los 36 y los 40 años y creó dos grupos. Los resultados no contemplaban diferencia en la tasa de natalidad de las pacientes en edad materna avanzada pero si se destacaba el hecho de que había menos abortos involuntarios en el grupo con estudios de PGT-A.
El otro estudio a destacar es el aun no publicado STAR Trial, llevado a cabo por todo Estados Unidos. En este se descubrieron también beneficios del PGT-A en mujeres de edad materna avanzada.
¿Para quién está indicado el procedimiento?
Lo que la profesora Joyce Harper concluye es que se debe aplicar el tratamiento en casos concretos para ampliar las posibilidades de llegar a la meta, que es el embarazo. El objetivo del PGT-A es evitar la transmisión de enfermedades genéticas a la descendencia cuando existen antecedentes en la familia, o en pacientes con abortos de repetición o fallos de implantación sin encontrar una causa que lo justifique. Serán los especialistas los que decidirán en qué casos es viable y recomendado.
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