[vc_row][vc_column][vc_column_text]
Pero siempre, siempre que acudíamos a la clínica nos encontrábamos lo mismo: amabilidad, sonrisas, esperanzas… y nuestras manos se unían y se apretaban con más fuerza aún.
[/vc_column_text][vc_column_text]Hace ya casi dos años que acudimos mi mujer y yo a vuestra clínica. Varios años intentando ser papás sin conseguirlo, un inicio de tratamiento frustrado por problemas burocráticos en otra clínica, la amenaza del tiempo, la edad y las pocas esperanzas que nos quedaban iban juntas en la misma carpeta en la que llevábamos toda la documentación que teníamos en ese momento.
Nuestra primera visita fue si cabe, aún más frustrante; la doctora que nos atendió dio pocas esperanzas debido a la edad de mi mujer, a punto de cumplir los 40, pero tan solo basándose en datos estadísticos… pero no obstante, nos dijo que se pondría todo a nuestro servicio para intentar cumplir nuestro sueño de ser papás, que las estadísticas estaban para romperlas.
Comenzó, de nuevo, un periplo de pruebas tanto a ella como a mí, llamadas a la aseguradora, noches sin dormir con la mirada perdida en el techo de nuestro cuarto y un pensamiento único en nuestra cabeza… ¿lo conseguiremos?
Pero los datos y las pruebas eran las que eran; una edad avanzada y varios años de intentos hacían del nuestro un caso difícil. Empezaríamos con inseminaciones, para pasar después a una FIV si las primeras no alcanzaran el éxito, como así fue.
Recuerdo los periodos de tiempo que se hacían eternos entre una prueba y otra, entre una inseminación y el test y eso iba pasando factura, no económica, que también, sino psicológica… a mi mujer y a mi cada vez nos quedaban menos fuerzas, pero siempre brillaba una pequeña luz al fondo de todo.
Recuerdo igualmente mientras se me encoge el alma esa llamada de la Doctora Marbán para decirnos, con el mayor tacto del mundo, que tampoco la primera FIV había salido bien…quedaba tan solo una oportunidad, la última, nuestra última esperanza.
Hasta el momento habíamos agotado dos inseminaciones y una FIV; el tiempo, las fuerzas, el dinero y la esperanza estaban tocando a su fin.
Y llegó el momento de nuestra última FIV… y se hizo y volvimos a casa esperanzados, de nuevo esperanzados, pero con un miedo atroz a que tampoco fuera la buena y si fallaba… ¿después qué?
No sabes cómo, pero esos periodos de tiempo entre pruebas, entre noticias, afectan a tu vida, a tu día a día, a tu pareja, a tu matrimonio… a todo, pero de nuevo las sonrisas del personal de Tambre, desde David en la recepción, al doctor García Enguídanos hacían de nuevo el trámite más llevadero.
Y llegó el momento de la prueba… de la llamada. No recuerdo jamás haber fumado tanto en apenas unas horas esperando la llamada, al igual que no recuerdo jamás haber llorado tanto de alegría cuando me dijeron por teléfono que la prueba era positiva…era incapaz de hablar, solo podía llorar, llorar y llorar… pero en esta ocasión el llanto era de alegría.
Busqué la manera de decírselo a mi mujer, de trasladarle la noticia, pero era incapaz de pensar, de articular palabra…era feliz y mi mujer lo iba a ser también.
La noticia fue maravillosa para toda la familia, y a partir de ahí nuevos miedos, nuevas pruebas, ecos, análisis…lo normal, pero cada una de ellas era aún más angustiosa que la anterior… ¿irá todo bien?, ¿crecerá como debe?, ¿se implantará correctamente?… y todo fue como debía de ir, hasta el alta en la clínica Tambre.
Con otra de sus sonrisas, la Doctora Marbán nos daba el alta, y la verdad es que nos sentimos huérfanos, no queríamos dejar de asistir a la clínica, no creíamos que nadie pudiera tratarnos y llevar nuestro embarazo como lo habían hecho allí… y me juré que escribiría esta carta de agradecimiento, pero ya veis, el tiempo pasó y lo hago hoy, porque más vale tarde que nunca.
Hoy nuestra pequeña Nieves tiene dos meses y medio, crece con normalidad y ríe constantemente; creo sinceramente que esa risa se la contagiasteis vosotros, pues no hubo un solo momento en el que nos faltara una sonrisa por vuestra parte.
Dicen que con dinero todo se consigue pero señores míos, hay cosas que ni todo el dinero del mundo puede pagar, y es la profesionalidad, el saber estar, y el buen hacer que absolutamente todo el personal de la clínica demostró con nosotros.
Quiero haceros llegar estas líneas para agradeceros, de todo corazón el trabajo realizado: a David, por su enorme sonrisa al recibirnos cada vez que llegábamos, a la Doctora Marbán por su tono amable y esperanza, a la Doctora García de Miguel por su dulzura y su sonrisa, al Doctor Garcia Enguídanos por su tacto y educación, y al resto de personal que nos atendió en uno u otro momento, auxiliares, enfermeras, celadores, personal de administración… seguid así, hacéis felices a mucha gente.
Nosotros por nuestra parte seguiremos, si Dios quiere, disfrutando de nuestra pequeña Nieves, una niña que lleva un poquito de cada uno de vosotros, pero sobre todo, lleva vuestra sonrisa.
Eternamente agradecidos
Damián y Rosa[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]