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Corría el año 2008 cuando los médicos le dijeron a Tania que tenía un linfoma. En ese momento ella y su marido, Mariano, pensaron que nunca iban a ser papás. Con el paso de los años, cuando le dieron a ella el alta oncológica, su perspectiva cambió: querían tener un bebé.
Varias personas les recomendaron una misma clínica de fertilidad, a la que decidieron acudir. Por desgracia, ninguno de los numerosos ciclos que se hicieron tuvo éxito. “Confirmamos un poco lo que sospechábamos: no íbamos a poder formar una familia”, recuerda Tania con tristeza.
Esta pareja necesitó un descanso de dos años para recuperarse del mal trago, y tras este, una conocida les presentó una opción que parecía adecuada: tener una primera visita en Clínica Tambre.
¿Qué pensaron al llegar a Clínica Tambre?
Llegaron al centro con poca esperanza ya que su historia no había estado colmada de suerte. Las dudas y la incertidumbre tenían cabida en todo lo que pensaban y sentían porque en la anterior clínica no dejaban de decirles que todo estaba bien, que no sabían por qué no habían conseguido el deseado embarazo.
Su primer día en Tambre les inspiró cercanía y profesionalidad, algo que afortunadamente difería de su experiencia anterior. “Puedo compararlo porque he vivido una experiencia en otro lugar”, explica Tania. Además, después de conocer a su doctora, Esther Marbán, no tuvieron ninguna duda de que habían encontrado el sitio idóneo para realizar su nuevo tratamiento. Tania nos dice que ha sido muy positivo contar con varias vías de comunicación con su médico y que no ha sentido incertidumbre en ningún momento porque siempre estaba respaldada.
Tuvieron un momento de bajón cuando el primer ciclo que hicieron no tuvo éxito. Tania y Mariano agradecen, aun así, que siempre que surgía la adversidad, la angustia o el miedo, el equipo de Tambre respondiese y los arropase. “El factor psicológico es un factor que tener muy en cuenta… para mi cuenta mucho, tanto o más que el tema médico”, afirma Tania.
Confiando en todo lo que la Dra. Marbán les aconsejaba consiguieron alcanzar su sueño. La primera beta positiva llegó mientras la pareja estaba de viaje en Florencia y de ahí que su primer hijo se llame Leonardo. Su segundo hijo, Oliver, llegaba al mundo hace apenas unos meses. “No teníamos mucha esperanza de que fuera a ocurrir pero ocurrió, y ocurrió además dos veces”. La pregunta es: ¿ocurrirá de nuevo? La pareja dice que al tener un embrión vitrificado en Clínica Tambre, no descartan ir a por la niña en un futuro.
¿Qué siente Tania cuando echa la vista atrás?
Visto en retrospectiva, Tania se da cuenta de que aunque en el proceso haya habido momentos muy duros, ahora no los recuerda. Lo que aconseja a otras personas con dificultades reproductivas es que no retrasen el inicio de su tratamiento, pues el tiempo es muy valioso en estos procedimientos. Según cree ella, si te lanzas a ello no te vas a arrepentir, pero si no lo haces, probablemente sí. Tania es una ola de positivismo que esperemos anime a muchas mujeres y parejas a empezar su viaje hacia la búsqueda de ese deseado bebé.
“En la vida, cuando te planteas elegir opciones lo normal es que te plantees cosas como elegir universidad, ¿qué coche me compro?, ¿dónde voy a trabajar? o ¿dónde voy a vivir? No te sueles plantear: ¿qué tipo de técnica que reproducción asistida voy a necesitar? Pero hay muchos casos, como el mío, en el que lo necesitas. Al final hay opciones y se logra.”